viernes, 27 de junio de 2014

COMETAS EN LA ANTIGUA ROMA. "FARSALIA" DE LUCANO

“Farsalia” es el poema épico que escribió el poeta romano Marco Anneo Lucano para narrar, desde un punto de vista republicano, la guerra civil entre Pompeyo y Julio César que enterraría, precisamente, a la república romana al salir victorioso éste último y proclamarse dictador perpetuo. Es un poema que tuvo una inmensa popularidad en la Edad Media y que conserva todos sus barrocos encantos. Su lectura es muy recomendable y las traducciones en prosa lo convierten en una novela apasionante para el público moderno.
Al comienzo de la obra, Pompeyo huye de Roma para agrupar sus ejércitos en Grecia, donde se dará la batalla decisiva que da nombre al poema. Las tropas de Julio César avanzan sobre la capital y los prodigios que anuncian la sangrienta guerra se multiplican de manera terrorífica:

“Entonces, para que ni un atisbo de esperanza en el porvenir aliviara al menos los ánimos amedrentados, vino a añadirse la prueba evidente de un destino peor, y los dioses, amenazadores, llenaron de prodigios las tierras, los cielos, el mar. Desconocidos astros vieron las oscuras noche (1) y al polo ardiendo en llamas, y antorchas volando en sesgo por el cielo a través del vacío, y la estela del astro temible, el corneta, que trastorna los reinos en la tierra (3). Repetidos relámpagos centellearon en un engañoso cielo despejado y el fuego diseñó figuras variadas en el aire denso: ora, con luz alargada, brilló en el cielo una jabalina (4), ora, con luz difusa, una lámpara (5). Sin ninguna nube, un rayo silencioso y que arrancaba su fuego de las regiones septentrionales, sacudió violentamente la cúspide de Júpiter Laciar, estrellas menores, habituadas a bajar y hacer su recorrido en horas nocturnas, sin luz, vinieron en pleno día, y Febe, cuando ya, unidas las puntas de sus cuernos, reflejaba con su entera redondez la luz de su hermano, embestida de repente por la sombra de la tierra, se eclipsó”(6)

(1) Hay varios posibles candidatos para los “ignota sidera”, rayos en bola o meteoros.
(2) Las “faces” o antorchas eran el nombre técnico que recibían lo que hoy llamaríamos “bólidos”.
(3) Esta sentencia “crinemque timendi sideris et terris mutantem regna cometen” tuvo una enorme repercusión ya aparece en muchísimas citas medievales, fundando el temor a los cometas. Una traducción más literal sería “y el cometa, astro con cabellera y trastornador de los reinos”. Lucano era un estoico y para el estoicismo, filosofía predominante en su época (siglo I) todos los acontecimientos están determinados desde siempre y los prodigios, entre ellos los celestes, eran advertencias divinas sobre lo que vendrá. Al ser los cometas un cambio imprevisible en un cielo que se consideraba perfecto e inmutable, es lógico que se los viera como señales.
(4) Lucano era sobrino de Séneca, lo que se nota en el párrafo que citamos. La mayoría de los estoicos pensaban que los cometas eran fenómenos atmosféricos que se producían por debajo de la Luna. Séneca, en cambio, considera que eran astros cuya órbita desconocíamos (http://www.cometasentrerios.blogspot.com.ar/2014/02/seneca-y-los-cometas.html ). Por eso es que Lucano separa a los cometas de otros fenómenos que sí serían atmosféricos, como el rayo que luego se nombra y como, supuestamente, las “acontia” (jabalinas en griego) o “iaculi”, aunque Plinio (en el libro II de la Historia Natural) las ubica como un tipo de cometa. De jabalina tienen forma los cometas rasantes antes del perihelio, como pueden ver las fotos del Lovejoy de 2011 (http://www.cometasentrerios.blogspot.com.ar/2014/05/recuerdos-de-la-contemplacion-del-c2011.html ).
(5) Este también sería un cometa, con forma de cúmulo globular, como la tienen todos antes de desarrollar cola, en los cielos perfectos anteriores a la luz eléctrica estos cometas se verían perfectamente. Su luz es difusa, ciertamente.
(6) Un eclipse de Luna.

No debemos perder de vista que el hecho de que los romanos consideraran que los fenómenos astronómicos o meteorológicos poco comunes eran prodigios (esto es, anuncios de la ira de los dioses) no implica que sus observaciones no hayan sido exactas. Los citados por Lucano, como en tantas obras, son fenómenos que conocemos, sólo hay que identificarlos, la interpretación que se les daba no altera la justeza de las observaciones. ¡Más respeto entonces por la astronomía romana!


La traducción citada es la de Antonio Holgado Redondo para la Editorial Gredos (Madrid, 1984). Los párrafos citados pertenecen al Libro I (522-539).

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