martes, 5 de agosto de 2014

VIAJE CON UN COMETA HACIA LOS ORÍGENES

Mientras esperamos la llegada de Rosetta a su cometa, comparto este artículo aparecido en el Diario Uno de Paraná ayer 4 de agosto de 2014.
VIAJE CON UN COMETA HACIA LOS ORÍGENES
Alberto Anunziato
Coordinador de la Sección Cometas de la Asociación Entrerriana de Astronomía
Nuestro conocimiento de los cometas tiene varios hitos a través de la historia. Es lógico que estos astros errantes hayan sido los fenómenos astronómicos anómalos que más han atraído la atención del hombre. El estallido de una estrella como supernova, observado como una nueva estrella en el cielo, es un fenómeno demasiado raro, a simple vista la última que se observó fue en el siglo XVII. La caída de un meteorito es muy espectacular, pero dura unos pocos segundos y tiene pocos testigos. Pero los cometas aparecen de repente y cuelgan del cielo amenazadores por meses, todas las noches. Para la concepción antigua, los cielos eran una maquinaria perfecta y eterna en la que no había cambios. Acontecimientos imprevistos como los cometas sólo podían suceder en nuestro mundo cambiante, por eso se los consideró como fenómenos atmosféricos producidos por el calor que se eleva desde la Tierra. Esa fue la opinión de Aristóteles, mayoritaria entre los astrónomos hasta el siglo XVII. Al situarse en la atmósfera, era lógico que se temiera los efectos de esas masas gaseosas ardientes: tempestades, sequías, hambrunas, enfermedades.
Pero ya en tiempos antiguos se empezó a conocer la verdadera naturaleza de los cometas. Aparentemente los caldeos sabían que eran astros cuyas visitas tenían cierta periodicidad. En “Cuestiones Naturales” el filósofo romano Séneca recopila las opiniones de quienes pensaban que no conocemos con exactitud sus movimientos y que sólo la observación continua develaría su naturaleza.
Con los cometas está relacionada la comprobación de las leyes de la gravedad descubiertas por Isaac Newton en el siglo XVII, ya que su amigo Edmund Halley las aplicó para predecir que el cometa que había observado en 1682 volvería en 1757, comparando los pasos previos de 1531 y 1607. Acostumbrados a calculadoras y computadoras, realmente no podemos imaginar los prodigiosos esfuerzos matemáticos necesarios para calcular una órbita cometaria, sólo en 1821 se pudo determinar la órbita de otro cometa.
En el siglo XIX aumentaron los conocimientos sobre estos astros sustancialmente. En 1858 se obtuvo la primera fotografía de un cometa. En 1864 Giovanni Donati obtuvo la primera espectroscopía, mediante el análisis del espectro de su luz a través del telescopio pudo analizar su composición química y saber de qué estaba formada la coma (o cabellera), esa envoltura gaseosa que rodea el núcleo y brilla al reflejar la luz solar (el núcleo seguía siendo una incógnita). En 1866 Giovanni Schiaparelli descubrió que la lluvia de meteoros denominada “Leónidas” tenía su origen en los restos dejados por un cometa tras su paso por las cercanías del Sol: fue la primera vez que se relacionó a las lluvias de estrellas fugaces con el cruce anual  por la Tierra de la órbita de un cometa.
Lamentablemente el siglo XX trajo la luz eléctrica y los cometas perdieron en los cielos brillantes de contaminación lumínica buena parte de la fascinación que ejercieron por siglos. Pero el en el siglo pasado se pudieron empezar a desentrañar los secretos del núcleo. El modelo teórico que los equiparaba con “bolas de nieve sucias”, porque postulaba que eran masas de hielo, gas y polvo con una débil cohesión interna fue desmentido cuando la sonda espacial europea “Giotto” logró fotografiar en 1986 el núcleo del cometa Halley y reveló que era muy oscuro y no redondo sino irregular. Varias sondas espaciales se han acercado a distintos cometas desde entonces. Incluso en 2004 la “Stardust” logró capturar partículas de polvo del núcleo del Wild y traerlas a la Tierra para analizarlas. Y en 2005 la “Deep Impact” permitió analizar el interior del núcleo del Tempel a través de una explosión generada por una sonda de impacto que eyectó una gran masa al espacio. 
Estamos a pocos días de un hecho histórico: la sonda espacial europea Rosetta se está acercando al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y el 6 de agosto comenzará a orbitarlo. El hecho de que una sonda repleta de instrumentos científicos orbite un núcleo cometario implica que se obtendrá información científica imposible de obtener a la distancia. Se analizará la composición química de los gases que forman la coma y la cola, el polvo que junto con los gases expulsa el núcleo al acercarse al calor del sol, la estructura interior del núcleo, la temperatura de su superficie y la composición de la atmósfera. La cercanía permitirá cartografiar la superficie del cometa con precisión, no solamente con fines científicos, sino para elegir el mejor lugar en el cual pueda aterrizar la segunda etapa de la misión, el módulo Philae.
Si orbitar por primera vez un cometa es un hecho histórico, mucho más lo será cuando Philae con sus instrumentos llegue a la superficie del núcleo y se ancle en el mismo. Será en noviembre de este año. Desde allí se obtendrán datos aún más valiosos, porque además de mediciones y fotografías a nivel del suelo, un brazo mecánico perforará el núcleo para obtener y analizar muestras de su interior. Todavía se debe solucionar la dificultad extra que conllevar alcanzar la superficie de un núcleo que se ha descubierto formado por dos fragmentos de forma irregular unidos por una franja estrecha.
Y así viajará nuestro amigo cósmico, con dos pequeños bichitos de fabricación humana adheridos a él. Y con esos bichitos (Rosetta en órbita y Philae en superficie) podremos viajar también nosotros con el cometa durante un año a partir de este 6 de agosto. Así lo acompañaremos hacia el Sol y presenciaremos cómo el viento solar cargado de energía hace que el hielo del núcleo se evapore y los gases y el polvo se sublimen formando la coma o cabellera y la cola; y luego del punto de la órbita más cercano al astro rey (perihelio) contemplaremos como vuelve a ser un cuerpo inerte a medida que se aleja.
Quizás al lector le parezca que es un conocimiento que le es ajeno, pero la Rosetta puede ayudar a resolver el jeroglífico del origen de la vida (como lo hizo la piedra Rosetta original con los jeroglíficos egipcios). Los cometas son los objetos más primitivos del sistema solar, se mantienen casi inalterados desde sus orígenes. Analizar su composición química es analizar la del sistema solar hace más de 4600 millones de años. Y además nos ayudará a descubrir si intervinieron en la formación de la vida en nuestro planeta. Ellos transportan moléculas orgánicas que llegaron a la Tierra en sus orígenes a través de los impactos cometarios. Buena parte de la comunidad científica piensa que la vida viajó en un cometa a la Tierra. También se piensa en la probabilidad de que el agua transportada en esos cometas que chocaron con una Tierra joven haya facilitado la formación de la atmósfera y de los océanos.
Estamos a punto de iniciar un viaje cometario de un año que es una proeza y a la vez una búsqueda de nuestros orígenes.
PARA LEER MÁS
En el blog “Cometaria” de la Sección Cometas de la Asociación Entrerriana de Astronomía se pueden encontrar noticias sobre astronomía cometaria, pero también las experiencias de observación de los integrantes de la AEA, así como información sobre los cometas en la historia y la literatura (http://www.cometasentrerios.blogspot.com.ar/).
VISITAR EL OBSERVATORIO

Durante el mes de Agosto se podrá visitar el observatorio astronómico de la Asociación Entrerriana de Astronomía (en Oro Verde) los días sábado de 19 a 21. El público puede realizar observaciones de la Luna, Marte, Saturno y otras maravillas del cielo.

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