lunes, 20 de abril de 2015

EL “MONTÓN DE GRAVA” Y LA NEUROCIENCIA

Hasta 1950 el modelo de estructura del núcleo cometario aceptado por la astronomía era el conocido como “montón de grava”. El descubrimiento de que los cometas podían fragmentarse y, luego, de que las lluvias de meteoros son producto de su desintegración, convenció a los científicos de que el núcleo no podía ser compacto sino un enjambre de partículas separadas que viajaban juntas en órbitas paralelas, como un puñado de piedritas arrojadas todas juntas. Algunos sostenían que esas “piedritas” estaban unidas entre sí por la gravedad, otros lo negaban. Será en 1950 que Fred Whipple formulara su modelo de núcleo cometario llamado “bola de nieve sucia” y se impondrá la idea de que el núcleo es compacto (las sondas espaciales mostraron luego que hay mucha más roca y polvo que hielo). Pero antes era un dogma astronómico el modelo “montón de grava”.
Lo interesante es que mientras duró ese paradigma había un alto número de dibujos de los núcleos cometarios registrados como el modelo teórico predecía: una aglomeración de partículas sin unión entre sí. Esta interesante observación es del maestro Sagan en “El cometa”. No encontramos en la web los grabados con los que fundamenta su observación (pág.103), pero sí encontramos los siguientes:

El 12P/Pons-Brooke en 1883:


 Y el 1P/Halley en 1835 por Caroline Herschel:


Bien, sabemos que los cometas no tienen una coma “a pintitas”, nuestros dibujos representan a la coma “gaseosa”. ¿Eso quiere decir que miramos mejor que los astrónomos del siglo XIX, que observaban en cielos sin polución de ningún tipo? Claro que no, lo que sucede es que nuestras percepciones sensoriales están determinadas  por nuestras ideas. Los estímulos sensoriales son comparados por nuestro cerebro con las informaciones que posee (en este caso la información teórica sobre el núcleo cometario y la forma en que se lo representó gráficamente con anterioridad) y lo que pueda faltar es “completado” en función de ese marco de referencias preexistente (modelo “montón de grava”). Y así, nuestras observaciones cometarias se ven ayudadas por la neurociencia para saber nuestras limitaciones y también para mejorarlas, porque sabemos que si conocemos lo que vamos a observar nuestra observación será más provechosa que si no lo supiéramos-por ello es que muchas personas no pueden siquiera interpretar lo que ven por un ocular la primera vez que se acercan a un telescopio.

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