martes, 13 de septiembre de 2016

LA IMAGEN DEL COMETA EN “LOS CANTOS DE MALDOROR” DEL CONDE DE LAUTRÉAMONT


¿Conoce el lector este libro terrible? Es uno de los grandes recuerdos de nuestra juventud rebelde. El francés-uruguayo Isidore Ducasse escribió este libro de culto en 1869, tan terrible era que el editor prefirió esconder los ejemplares a enfrentar la censura y solamente vería la luz luego de la muerte de su autor. Imaginamos lo que habría sido en su época si aún hoy es perturbador. El libro sería descubierto por Leon Bloy (“Carece de forma literaria,, es lava líquida, algo insensato, negro y devorador”) y luego será el libro favorito de los surrealistas. Es cierto que otros grandes ídolos de nuestra adolescencia han superado mejor nuestros años de madurez (como Rimbaud o Baudelaire), pero pasada la primera impresión superficial de puerilidad en la narración de las maldades del protagonista, se percibe la profundidad y modernidad de la obra. Maldoror es un super villano al estilo de los personajes de folletín de fines del siglo XIX, pero su lucha es nada menos que con Dios. Hay una serie alocada de crímenes de un gran sadismo (¡ustedes piensan que los niños de hoy ya no se impresionan? Yo no dejaría el libro a los míos hasta bien entrado en años). En realidad, Maldoror, como tantas sectas, pretende una especie de santidad en el mal. Dios y el hombre son el enemigo, pero porque han creado un mundo horrible, al que Maldoror pretende superar. Como muchos ateos (pensemos en Buñuel) la blasfemia es una desilusión de Dios.
El libro empieza de manera muy clara:
“Quiera el cielo que el lector, animoso y momentá­neamente tan feroz como lo que lee, encuentre sin de­sorientarse su camino abrupto y salvaje, a través de las desoladas ciénagas de estas páginas sombrías y rebosantes  de veneno, pues, a no ser que aplique a su lectura una lógica rigurosa y una tensión espiritual semejante al menos a su desconfianza, las emanaciones mortíferas de este libro impregnarán su alma, igual que el agua impregna el azúcar. No es aconsejable para todos leer las páginas que seguirán; solamente a algunos les será dado saborear sin riesgo este fruto amargo” (pág.71).
Retomé este libro buscando metáforas cometarias y las encontré en plena coincidencia con la imagen cometaria de su época: los cometas como ominosas imágenes de desastres naturales probables (como en la novela de Flammarion que hemos comentado: http://cometasentrerios.blogspot.com.ar/2014/07/el-fin-del-mundo-de-camille-flammarion.html ).
Maldoror es un cometa terrible:

“El hombre, temblando, tocará con la frente la tierra en medio de sus gemidos. «Sí, os supero a todos por mi crueldad innata, crueldad que no ha dependido de mí que desapareciera. ¿Esa es la razón por la que os presentais posternados ante mi vista? ¿o bien  porque me veis recorrer-fenómeno desconocido- como un cometa aterrador, el espacio sanguinolento? (Cae una lluvia de sangre de mi vasto cuerpo, parecido a una nube negruzca que el huracán impele hacia adelante)” (pags.86/87)

“Cuando un cometa, durante la noche, aparece de pronto en una región del cielo, tras ochenta años de ausencia, muestra a los habitantes terrestres y a los grillos su cola brillante y vaporosa. Sin duda, no es consciente de tan largo viaje. No ocurre así conmigo: acodado en la cabecera de mi cama, mientras los aserrados festones de un horizonte árido y lúgubre destacan vigorosamente sobre el fondo de mi alma, me absorbo en las ensoñaciones de la compasión y me ruborizo por el hombre (pág.170).

Las citas pertenecen a la traducción de Aldo Pellegrini (Editorial Argonauta, Buenos Aires, 1979).

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